Hace poco leí este relato que me tocó el corazón y espero toque el tuyo también.
Un aguador en China tenia dos recipientes grandes, cada uno de ellos colgaba en los extremos de un palo que solía cargar cruzando su cuello y sobre sus hombros. Uno de los recipientes tenía una rajada, mientras que el otro recipiente era perfecto y siempre llegaba a su destino con la porción completa de agua. Al final del largo trayecto del arroyo a la casa, el recipiente dañado llegaba solo a la mitad de su contenido. Por años esto sucedía a diario, con el aguador entregando solo uno y media raciones de agua en su casa.
Era claro que el recipiente perfecto estaba orgulloso de sus logros, era perfecto para lo que fue hecho. Pero el pobre recipiente dañado estaba avergonzado por su imperfección y se sentía miserable que solo podía lograr la mitad de lo que debía entregar y había sido hecho para entregar.
Después de algunos años de estar triste por su fracaso como recipiente, se decidió hablar con el aguador cuando estaba llenándolo en el arrollo... "estoy muy avergonzado de mi mismo, porque por culpa de esta rajada en mi costado el agua escapa por ahí desde que salimos del arroyo hasta tu casa." El aguador le dijo al recipiente de barro, "¿Has visto las flores que crecen solamente del lado del camino por donde tu siempre estás y que no crecen del lado del otro recipiente que siempre va lleno de agua? Esto es porque siempre he sabido de tu imperfección y falla y planté semillas de flores de tu lado del camino. Cada día mientras camino de regreso a casa con el agua tú has regado esas flores. Por años he podido recogerlas y adornar con esas bellas flores mi mesa. Si tu no fueras como eres no hubiera habido belleza y gracia en mi hogar."
La moraleja de esta historia es que de nuestras imperfecciones podemos sacar virtudes. Hay que disfrutar el camino, sembrar semillas para hacer nacer flores de nuestras imperfecciones para así reconocernos como seres que podemos ser perfectos ante nuestros ojos.
*Imagen tomada de: A bleeding mind.
*Sergio Zaragoza, Socio Fundador de Botón Rojo, empresa dedicada a evangelizar sobre redes sociales y santo patrono de los necesitados del social media.