Henri de Toulouse-Lautrec, In Bed: The Kiss (1892)
Ir a un gran museo puede ser toda
una experiencia de vida. El impacto que puede tener su grandeza, desde
enfrentarte al gran calendario azteca y dimensionar su peso, su construcción y
su historia, hasta sentarte por horas a contemplar el maravilloso paisaje de
lirios en un estanque que te envuelve impreso en un lienzo.
Alguna vez viví
una experiencia única en un museo, como la película una noche en el museo, me quede encerrado en él,
era el Museo Metropolitano de Historia, el famoso Met de Nueva York. En los
museos me convierto en un asiduo lector de toda tarjeta, y son miles de ellas
las que están presentes en los grandes museos explicando y contando la historia
de cada pieza.
Al momento de
darme cuenta que el museo había cerrado fui a la salida del metro que esta
dentro de una de las alas del museo. La salida estaba ya cerrada también,
caminar por los grandes pasillos solos y ver como se iban apagando las luces
fue claustrofóbico, justo cuando temía que dormiría dentro del museo una persona
caminaba por uno de los pasillos, al darse cuenta de que era un turista en pánico
me condujo por un elevador a las partes subterráneas del edificio.
Eran cientos
de metros de pasillos, todos con oficinas administrativas y lo mas interesante
cientos de metros de bodegas acondicionadas para preservación. Ahí supe que los
museos, algunos de ellos guardan mas piezas de las que uno se pueda imaginar. La
exhibición es solo una pequeña muestra de lo que atesoran en sus entrañas,
piezas que expertos clasifican, limpian, conservan y resguardan para algún día
ser exhibidas. Verdaderas fábricas de dinosaurios.
Justamente de
esas imágenes me acorde cuando daba lectura a un segmento de un artículo
publicado en la revista EPS que hacia referencia a otro articulo escrito por
Tony Barrel para el The Sunday Times titulado: La Bretaña Ruda, Secretos Eróticos del
Museo Británico. En este
articulo se hace referencia a los secretos guardados en el British Museum en
cuanto a Arte Erótico, Libros y demás artefactos con contenido apto para
censura.
En el armario
205 se guardaban secretamente obras de arte de Rembrandt y otros connotados
artistas así como colecciones completas de fotos, libros y manuales eróticos. A
raíz de este articulo muchos de las obras de arte han sido reclasificadas y
enviadas a sus respectivos armarios asignados a cada artista o movimiento artístico.
Al día de hoy la obra de Rembrandt titulada "la cama" puede ser
apreciada en la exhibición permanente del museo, algo impensable hace décadas.
Y para una
referencia mayor, me impacto igual el artículo escrito ayer por Mario Vargas
Llosa, titulado: La desaparición del erotismo. Donde magistralmente toca el tema y las
preguntas que le surgen al autor literario al visitar una exposición de arte erótico
en el Museo Thyssen-Bornemisza. La exposición Lagrimas de Eros viene a exponer aquello que hoy se pierde en
nuestra sociedad, la fineza del erotismo y el amor erótico, como los artistas
actuales pierden la referencia antigua de lo prohibido versus lo inspiracional
de lo erótico.
La maravilla
del Internet nos permite hacer un recorrido explicativo de esta exposición sin
necesariamente acudir físicamente al museo. En un excelente micrositio se puede
ver lo que próximamente estará de nuevo en los pasillos y los armarios secretos
de los museos, esos donde esconden lo prohibido, ahí donde fabrican los
dinosaurios.